En 1789, en Francia, se produjo una revolución que marcó la historia de la humanidad con el signo del poder del pueblo, impuesto por sobre el absolutismo monárquico, que había decidido los destinos de la humanidad europea, y de sus colonias en América, durante toda la modernidad.
Las iedeas de libertad, igualdad y fraternidad que animaron a la causa revolucionaria se plasmaron en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgada por la Asamblea Nacional, el 26 de agosto de 1789, que estableció los derechos naturales del hombre, aquellos que no dependen de su goce, de su otorgamiento por parte del gobernante, sino que la naturaleza les consagró, y los mandatarios tienen la obligación de reconocerlo. Recordemos que hasta entonces, los derechos los hacían en arbitrio del monarca absoluto.
Los gestores de este grito de libertad fueron los burgueses, clase adinerada dentro de la estamentaria sociedad francesa, que sin embargo los incluían dentro del tercer estado, único que pagaba impuestos, , y sin embargo, carecía de derechos políticos.
En otras declaraciones precedentes se sentaron los mismos principios, como la Declaración de la Independencia de EEUU de 1776, que fueron su fuente, pero aquí se pretendió una vocación de universalidad que, sin embargo, no se logró, ya que los derchos reconocidos, no incluían a las mujeres, los niños y los obreros, sometidos a la explotación de sus dueños en las fábricas, que eran precisamente los burgueses.
Constaba de 17 artículos, precedida de la exposición de lso motivos que llevaron a su sanción. En ellas se expresaban como causa de las calamidades públicas y delos gobiernos corrputos, "a la ignorancia, la negligencia y el desprecio de lso derechos humanos".
El artículo 1 declaraba la igualdad y libertad de las personas desde su nacimiento. El segundo consagró como derechos naturales la libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión.
El 3 radicaba la soberanía en la nación y el 4 explicaba en qué consistía la libertad, hacer lo que cada uno desee, dentro de los marcos de la ley.
Después de otras objeciones, se hablaba sobre la libertad de culto y religión, además de la de opinión.
El último hablaba de la inviolabilidad de la propiedad privada, permitiendo la expropiación por cuestoines públicas. Este es un claro exponente del sistema capitalista burgués, donde se omitió la mención de los derechos sociales, cuyo reconocimiento no les convenía a los burgueses, patrones de fábricas, que se perjudicarían con el mejoramiento de la clase obrera.
En julio de 1791 sedictó la Ley de Chapellier, que prohibían las asociaciones gremiales y el derecho de huelga.Esta clase tuvo que luchar en el siglo XIX para conseguir algo por ellos.
La Declaración fue promulgada el 5 de octubre por el rey Luís XVI, bajo la presión que le imponía la Asamblea y el pueblo en general. La Constitución dictada en 1791, la estableció como su preámbulo. Esta constitución, donde triunfaron als ideas de lso moderados girondinos, establecía como gobierno una monarquía parlamentaria, donde los miembros del Parlamento eran elegidos por los ciudadanos de mayores ingresos, que pagaban impuestos, com los burgueses.
En 193 los jacobinos ocuparon el poder, y en su Constitución garantizaron el sufragio universal masculino, el derecho al trabajo, aunque no se establecían sus condiciones, y a la alimentación. Se fijó como objetivo del gobierno el bien común, llegando a la expropiación del os bienes de lso enemigos de la revolución sin indemnización, contrariando llo establecido en la Declaración, y se abolió la esclavitud en las colonias.
Con sus aciertos y errores, limitada en su ámbito de aplicación y expresión de un sector adinerado, deseosos de ocupar cargos políticos, es preciso reconocer que a partir de ella, el concepto Democracia suegió, después d ehaber quedado en el olvido desde aquellos tiempos antiguos donde lso atenienses propusieron a su sistema de Democracia: el poder es del pueblo, y no de quien detenta el poder.
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