miércoles, 19 de mayo de 2010

EL ORO DE MOSCÚ

Diciembre de 1956. Estación de Austerlitz, en París. Dos parejas ya maduras cogen el tren que une la capital de Francia con Madrid. Bueno, en realidad no. Una de las mujeres, porlbablemente por los nervios, tomarán un tren con destino Madrid, que no es aquel que tienen con los billetes comprados. Finalmente podrán reunirse en Burdeos y continuar su marcha todos juntos.

LLos dos hombres son Mariano Ansó, ex ministro de Justicia del presidente Juan Negrín en la guerra, y Antonio Melchor de las Heras, abogado del estado y asesor jurídico del ministerio franquista de Asuntos Exteriores. Ansó lleva más o menos 20 años sin poder pisar España. Va a Madrid a entregar algo.

El viaje es la contnuación de una gestión realizada en diciembre de ese año, unos días antes, por Rómulo Negrin, quien comparece ante Enrique Pérez Hernández y Moreno, consul adjunto de España en París, para hacer entrega de todos los documentos que su padre, Juan Negrín, fallecido días antes en París, atesoraba sobre el oro español depositado en el Comisariado del Pueblo de Hacienda de la URSS. El viaje a Madrid viene a completar esta gestión.

Antes de ese dia, los migtos sobre el oro de Moscú fueron una constante.

Con el estallido de la guerra, uina de las cosas que estalló fue el Banco de España. Y no sólo por la decisión de la Generalitat Catalana de intervenir sus sedes en la región. Además, entre su cúpula hubo deserciones, sobre todo las de su gobernador, Pedro Pan, que se paso a la zona nacional. Asimismo uno de los más reputados miembros de su estudio, Fernández Baños, fue trasladado en 1936 a Valencia, desde donde gestionó la salida de España de él mismo y toda su familia, incorporándose también el Banco Español Franquista.
Con esto la gestión del banco, no se pudo independizar del proceso.

Ya el 13 de septiembre de 1936, Manuel Azaña y Juan Negrín, entonces Ministro de Hacienda, aparecen como firmantes de un decreto semiclandestino, que autoriza al gobierno, ante el hecho de que las tropas nacinales avanzaban hacia Madrid, a trasladarf el oro existente en el Banco de España a este lugar. Antes incluso de esta fecha, el ministro anterior a Negrín, Enrique Ramos, ya había solicitado la autorización al gobierno para que le banco vendiese unos 25 millones de pesetas en oro, aunque en este caso se trataba de defender la peseta en lso mercados internacionales.
Los cálculos consideran que en el momento del estallido de la guerra, hay un promedio de oro en el Banco de España de 5.295 millones de pesetas.

El gobierno de Largo Caballero tomó la decisión de trasladar el oro de Moscú. Y digo que espolémica porque será interminable la discusión sobre sí, como defienden quienes apoyaron la medida, Moscú era el único sitio posible. Otras alternativas suponían por ejemplo Suiza, pero suponía el problema que eloro debía atravesar físicamente el oro por toda Francia, y este país había demostrado ya ciertas hostilidades hacia el uso exterior de divisas y etales preciosos por parte de la República, así que una incautación siempre era posible. De hecho, el gobierno español tenía una parte del oro depositado en Mont de Marsans, también con el objetivo de usarlo para defender la peseta, y ahora el gobierno francés se negaba a movilizarlo a petición de sus dueños.
Por otro lado, la fría actitud de GB lo descartaba por completo
Moscú presentaba las ventajas de que el viaje podría hacerse posible, entre Cartagena y Odessa, con un mar controlado sin interceptantes de mercantes rusos.

Hubo un voluntario: el gobierno catalán, La Generalitat se ofreció para que Barcelona fuese su dstino, una idea nunca considerada en serio.

Entre julio de 1937 y enero de 1938, comenzó a salir oro de Espaa, aunque no por la ´via ni con el destino que se ha hecho famoso. ntre dichas fechas, la República vendió al Banco de Francia 194 toneladas de oro, que valdrían uns 1500 millones de pesetas. Es en una segunda fase que las reservas restantesfueorn trasladadas a Cartagena, condestino a Rusia en su mayoría. En total, 7.800 cajas con un total de 518 millones de dólares.

El traslado a Cartagena fue hecho por carabineros, miembros ddle orden público que dependían del Ministerio de Hacienda. Hay testimonios que todos eran militantes socialistas. Pero algunos puntos fueron vigilados por una unidad del Quinto Regimiento, al mando de Valentín González, "El Campesino", entonces furibundo comunista. Este detalle labró la leyenda que el oro fue manipulad otambién por los comunistas, algo que parece que darse sólo en eso.

El 25 de octubre de 1936, el oro s cargó en 4 barcos rusos: Jruso, Neva, Kim y Volgores. En dichos bancos viajaban funcionarios de España y de la Dirección General del Tesoro, encargados de comprobar el recuento de oro a la llegada de Rusia.

A partir de ahí, parece que las cosas dejaron de funcionar bien.

Primero, el oro fue usado durante toda la guerra, por el pago d ematerial de guerra y auxilio con que la URSS proveyó a la República. Pero la calidad de esta ayuda está sometida a duda. En su inicio, los pedidos de armas deberían ser realizados por una institución centralizada, la Comisión de Armamento y Munición, y repartidos en el ejército republicano por ua unidad de la misma que se estableció en Albacete, cuyo presidente fue Diego Barrios, y su comisario político, Angel Pestaña, máximo representante del anarquismo trientista, de carácter más moderado que la CNT-FAI. Esta oficina de entregas, nunca llegó a funcionar adecuadamente según testimonio del gobernador civil de Albacete en aquellos tiempos.
Además, dicenq ue sólo mintiendo en el tipo de cambio, la URSS pudo chulear unos 50 millones de pesetas a España. Además, los rusos exigían pago revio del material a enviar

En paralelo, los funcionarios que hemos dejado en los mercantes camino de Odessa llegaron ahí y pronto comprobaron que los rusos eran lentos realiando su operación. A los funcionarios se les dijo que star´ñian al menos un mes fuera de España, y transcurrido ese mes, fueron a quejarse al embajador en Moscú, Marcelino Pascua, pues tenian la sensación que ni en 4 meses terminarían.

Como consecuencia de las protestas, a los dos meses fueron realojados por separado, colocándoles un policía de escolta y se les censró la correspondencia con sus familiares. Algunos no regresaron en toda la guerra.

El 1 de agosto ode 19388 Negrín comunicaba que las reservas de oro estaban agotadas, como la misma República.

El oro de Moscú no fue dilapidado, ni tampoco usado por los republicanos exiliados para vivir como curas en París o México, como decía la propaganda franquista. Según las cuentas entrgadas por Rómulo Negrín y Ansó, el presidente de la república se aseguró de guardar todos los vales que demuestran el uso de oro para la compra de material bélico.

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